Mi vida!

Prefiero el mar a la montaña.

La vida es una noche tumbado en la playa, mirando las estrellas, sin verlas, soñando despierto, dejando que la arena se cuele entre los dedos de mis pies, embriagado de todo. Y la noche, siempre la noche. Nunca la luz del sol. La noche es mágica. Me hace vivir, no pensar. Me pone en movimiento. Rompe mis esquemas. Prefiero las noches frescas de verano, andar con poca ropa, sentarme en el suelo y meterme algo de vida en el cuerpo.

Prefiero morir vicioso y feliz a vivir limpio y aburrido.

Prefiero encontrar una estrella en el fango a cuatro diamantes sobre un cristal. Prefiero que la estrella queme, sea fuego, a un tanto rezumante de frialdad.

Prefiero besar el duro suelo veinte veces para llegar una sola vez a lo más alto a escalar poco a poco, sin caer nunca pero sin llegar jamás a la cima.

Prefiero que me duela a que me traspase, que me haga daño a que me ignore.

Prefiero sentir.

Prefiero una noche oscura y bella, sucia y hermosa, a un montón de días claros que no me digan nada.

Prefiero una cadena a un bozal.

Prefiero quedarme en la cama todo el día pensando en mi vida a levantarme para pensar en la de otros.

Prefiero el color de la sangre y el de la gris niebla que difumina las cosas.

Si sabe que prefiero el frío cuero, ¿por qué se viste de terciopelo? Se me escurre entre los dedos...

Prefiero experimentar las cosas aunque me hagan mal. Aunque me hiervan la sangre.

Prefiero probarlo todo a morirme sin saber lo que me gusta.

Y, más que nada, prefiero la vida que dan sus besos de caramelo y la suave caricia de su piel sabor a chocolate.

jesso!

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